Tjukurpa

netbook. Libro experimental. Film. Documental. Performance. Música... cr∞er. Este proyecto es autobiográfico y biodegradable. En él, hay incluidas historias escritas, cuentos, poemas, vómitos y ficción, para qué en su desarrollo, la bio solo sirva para su propósito. Algo que explicar.

martes, 9 de noviembre de 2010

4>KAFKAmEANsREALIDAD


      Volvía a intentar sin mucho esfuerzo ordenar mi mente, escribiendo por unos minutos, con mi letra infantil, unos pensamientos inducidos por la locura de todos los actos que me descomponían y me resignaban al poco margen de supervivencia que mi desaparecida intuición me había proporcionado antiguamente. Los recuerdos son fugaces. vienen y van. se enredan en marañas confusas, de la historia, de las vivencias. Todo está descontrolado. No sé qué es mi piensamiento real dentro de los miles y, lo único, absolutamente lo único que me hacía pisar un poco con los pies en el suelo, era poder hablar con alguien de confianza y ver en sus ojos, que yo estaba diciendo locuras. Los papeles inundaban el piso, arrugados y llenos de garabatos por las dos caras. Yo los releía incesantemente ansiando encontrar una explicación, por muy inverosímil que esta fuera, pero que me acercara a un principio de mi mismo al que, por mucho que lo intentara, ya no podía volver. Estupefacto, sentado delante de un espejo roto del que intentaba rehuir la vista para no verme fragmentado en cientos de trozos, con mi baba cayéndome por el rostro, dejado y sin afeitar; acrecentando mi propio asco y repulsión. Aun con la incoherencia comprensible de mi estado, reuní fuerzas para levantar mi cansado culo del asiento y volver a buscar entre la mierda, la cámara de vídeo digital que había comprado de rebajas. Rescaté también el trípode que venía con la oferta y lo instalé todo nuevamente. Ahora sabía que tenía todo el tiempo del mundo. Mi plan pondría todo al descubierto y no precisaba, después de todo, adelantarme con emociones tan inferiores como la impulsividad humana.  Dirigí la cámara hacia la destartalada silla de madera suponiendo de una manera insegura, donde aparecería mi cara en ese primer plano que preparaba, intentando enfocar un objetivo que no marchaba muy bien desde que la compré. Dispuse todo para su momento. Acerqué la mesa para poder apoyarme con los brazos y quedé instantáneamente dormido sobre ella. Pasó un tiempo, del que  no tenía noción ninguna, para que despertara confuso y retornara a situarme. Volví a regirme por la idea principal. Puse la cámara en marcha. La acción reemprendía con la visión, a través de la imagen, de mi mismo sentándome de manera inestable, dolorido. Recogiendo nuevamente más tachas desperdigadas por la mesa y liándome otro cigarrillo. Tras una buena bocanada de humo y su posterior expiración, levanté la vista para mirar de frente al objetivo y continuar con mi discurso.
      - ¿Por donde acabar? Ah si. Dices mierda y ya esta naciendo otro bastardo.
-        Dices hola y recibes una ostia.
     No de las de tipo consagrado… esas te las ponen en la boca cuando tienes un agujero en la puta alma y necesitas alimentarte de fe.
      Hago una pausa, otra calada y acaricio la botella vacía de vodka más cercana como si me fuera la vida en ello.
      -  Total, todo lo que entra siempre acaba saliendo por el mismo orificio. Y no cambia el olor por muy creyente que seas.
      Doy unas caladas repetidas  y apago exageradamente el cigarrillo dentro de un vaso sucio. Desvarío y tengo los ojos perdidos. Mirando a la ventana cerrada de mi izquierda con la lengua fuera, a poca luz.
      - ¿Os habéis fijado en la extraña sonrisa de un recién muerto, con los ojos cerrados para siempre?

Pare la cinta, por favor - cortó la Dr. Manero (justo cuando empezaba yo a calentarme)
¿Y bien?

Bufff. La Psicóloga me miraba con una calma demasiado serena. Artificial diria yo. De las que se usan cuando juegas una partida de poker y sabes que tienes todas las cartas para ganar. Eso me ponía en desconfianza completa. Y ella lo sabía. Aparte, sabía por como se movía, que era una mujer bastante mal follada. Aunque no era mi asunto hasta que se descargaba conmigo. Mmmmm. Bueno. Tendría que rectificar lo que dije anteriormente. Para mí, la primera entrevista con el psicólogo fué a los tres días. Lo que no especifiqué, es que fué a los tres días en que yo me dí cuenta de que recobraba mi cordura. Osea, que volvía a pensar "coherentemente"... en un principio.

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