Tjukurpa

netbook. Libro experimental. Film. Documental. Performance. Música... cr∞er. Este proyecto es autobiográfico y biodegradable. En él, hay incluidas historias escritas, cuentos, poemas, vómitos y ficción, para qué en su desarrollo, la bio solo sirva para su propósito. Algo que explicar.

jueves, 18 de noviembre de 2010

12>Ivraie (III)

  La escena consiguiente entre Robert, su mujer y Sophie era demasiado frecuente y aburrida. Por el tono menopáusico de los monosílabos que intercambiaban y la absoluta perdida de energía que los alimentaba. A Consecuencia de ello, decidí moverme raudo subiéndome por las paredes y cruzar por los agujeros contiguos hasta llegar a la despensa del brillo para comerme varias pelotillas más, como hacía de costumbre, y evacuarme de vuelta hacia el garaje.
      :::: Al grito silencioso el paisaje mísero se deformaba, encogiéndose sin dejarme espacio. Las paredes vomitaban sangre por entre las ranuras de los ladrillos que formaban las cuatro paredes que me envolvían y encendían en mí, una extraña sensación de víctima propicia, de la que nunca antes había experimentado. El dolor me invadía de repente. Reparé como mis patas se hinchaban y se transformaban con pesadez. Alargándose. Perdiendo su estructura. Volviéndose carne y sangre, poros y pelos. Crecía desmesuradamente. A un ritmo frenético e inaguantable de dolor. La carne me repugnaba, no soportaba mi nueva forma y los sonidos que surgía de mi interior. Todo cambiaba. Mi antiguo cuerpo, pequeño, diminuto, destrozado a mi lado,  brillaba vacío en el suelo mientras las ratas lo mordisqueaban  alborotadoramente y yo quedaba atascado en una de las cañerías para que la mierda me llegara a la boca sin dejarme respirar. Veía borrosamente como una mujer estiraba sus brazos, recogiéndome de entre el agujero con poca fuerza. Sus secos y caídos pechos tapaban mi rostro, ahora despojado de mis antenas y mi color negruzco.  Me poseía una locura ante las nuevas percepciones al mundo. Incomprensible. De la que solo los nuevos latidos que arraigaba mi desconocido ser, parecían conocer que me ocurría en verdad :::::
   
Desperté agazapado y sudoroso en el interior de una caja de cartón. No era tan solo una pesadilla. Sentía nauseas y sacaba frecuentemente, líquidos verdes de mi boca. Percibía todo y cuanto estaba a mi alrededor. Todo. Demasiado. Tenía que refugiarme con mi enorme cuerpo.  Solo quería que me dejaran en paz. Solo deseaba silencio dentro de  la caja donde me refugié. Miraba mi cuerpo. El dolor era algo nuevo e indescriptible para mi. Reconocía unas manos en vez de mis habituales extremidades, no como las de Sophie, más delicadas, eran aún más grandes y extremadas que las de Robert . Lo veía. Me veía. Me había convertido en un monstruoso humano. 
       Pasaron días y con ellos la insoportable rutina de mi nueva condición a escondidas de los restantes humanos y refugiado en la caja con el rechazo de toda la cucarachera.
      Se apoderaba de mí un ansia indescriptible por evaporarme, por no sentir nunca más el dolor y el hambre física que no podía colmar debido al insomnio y el cansancio consecuente. Mi mente se desperdigaba en el aire como cuando éramos uno y multitud; pero sin serlo. Y este nuevo confinamiento no albergaba ningún resquicio de poder soportar la presión.
      Esa noche, esperé como nunca hubiera esperado a que Miles acabara ese libro y que,  seguidamente, fuera a enterrarlo al descampado rodeado de todos yos que anteriormente fueron mis iguales. Por fin ocurrió. Lo seguí a lo lejos. Desnudo. Mis piernas flojeaban en una comprensible nueva manera de andar.
      Mientras él escarbaba el agujero, un hombre corpulento se le acercó en la oscuridad y pude ver, desde lejos, como al cabo de un rato de mínima conversación, el ignorado Miles acompañaba al desconocido cogido de la mano, más allá de lo que sus torpes pasos habían dado anteriormente. Me quedé quieto. Callado y pensativo mirando la sombra de sus siluetas alejándose. Al cabo de un tiempo relativo, empecé a caminar tras ellos.

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