Tjukurpa

netbook. Libro experimental. Film. Documental. Performance. Música... cr∞er. Este proyecto es autobiográfico y biodegradable. En él, hay incluidas historias escritas, cuentos, poemas, vómitos y ficción, para qué en su desarrollo, la bio solo sirva para su propósito. Algo que explicar.

lunes, 15 de noviembre de 2010

10>Ivraie (1)


La falta de espacio en la continua ligadura diaria con estos humanos nos aportaba continuamente problemas para poder pasar desapercibidos. Universos paralelos de cocina a desagües, de cañerías sobrealimentadas a patios encharcados por los jugos del vertedero diario.
      Esta vez reuní coraje para enfrentarme a mi adicción de tanto exceso alimentario que ya nos había dado energía y lugar para dos generaciones más.
      »Y, mientras departían así, el señor y la señora Samsa cayeron en la cuenta de que su hija, que pese a todos los cuidados, perdiera el color en los últimos tiempos, se había desarrollado y convertido en una linda señorita llena de vida. Sin necesidad de hablar, entendiéndose con las miradas, se dijeron uno al otro que ya era tiempo de encontrarle un buen marido.
      Y cuando, al llegar al fin del viaje, la hija se levantó y estiró sus formas juveniles, pareció como si confirmarse con ello los nuevos proyectos y las sanas intenciones de sus padres.«
       
      Así concluyó el relato y la lectura diaria de Miles abrazado a la poca luz del garaje. Prosiguió con su ritual de lo habitual y dedicándose metódicamente a enguarrar sus manos con la grasa del destartalado coche (que acomodó como sala de estar en su garaje) manchó las cubiertas del libro, como igualmente hizo con los anteriores, una vez acabados de leer en voz alta. Yo y algunos de mis más jóvenes parientes lo seguimos lentamente hasta el exterior. El, libro en mano e idea fija, como siempre.
      Era exagerada su torpeza al caminar, matando involuntariamente a algunos de los nuestros en su acción. A pesar de todo, la extraña familiaridad que habíamos adquirido por la mutua convivencia a lo largo de los años, nos apegaba a Miles de una manera exclusiva y bien tengo que decir a su favor, que nuestro buen ritmo de procreación se prolongaba de manera exquisita gracias a su silenciosa y ardua dedicación.
      Una vez superado el portón de madera cochambroso, cruzó la especie de jardín salvaje que poseían y echó a andar dirección al descampado cercano, igual que tantas veces. Yo cogí un atajo entre las cloacas del vecindario esperando no toparme a esas horas con alguna rata con hambre desmesurada.   La oscuridad de esta noche era de un goce particular. El calor y la humedad estaban en el punto perfecto para recrear nuestros sentidos en la multitud de nosotros, antenas en alto, que confinábamos las calles con un delicioso ruido de ambiente al caminar tumultuosamente por el barrio.
      Miles tardaba lo de costumbre. Su carencia de sentidos parecidos a los que nosotros poseemos le impide moverse a sus anchas sin su no muy apreciada luz. Llegó a tropezones, enganchándose con la rota verja de alambre que le separaba tontamente del terreno que había ocupado en secreto como improvisado comedero de larvas. Una vez allí, y teniéndonos a todos alrededor, se dispuso a escarbar un profundo agujero en el trozo de tierra designado y enterró el libro. Todo volvía a tener su orden.

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