Tjukurpa

netbook. Libro experimental. Film. Documental. Performance. Música... cr∞er. Este proyecto es autobiográfico y biodegradable. En él, hay incluidas historias escritas, cuentos, poemas, vómitos y ficción, para qué en su desarrollo, la bio solo sirva para su propósito. Algo que explicar.

martes, 21 de diciembre de 2010

32> ONE STRIKE ISN'T ENOUGH

Entre el séquito, 9 Caballeros se arrastran balbuceando La mezquita de Al-Aqsa. El desierto de lo subterráneo es la auto flagelación de esos –antes- seres humanos. Lo no corporeo se representa ante Lucinda como un espejo público. Se mean. Escupen. Solo hay uno de entre ellos que se fija en ella con mirada huidiza y le señala hacia el sentido contrario del que marchan.
- La guerra presentada como el advenir del animal – le dice. Escupe ante nosotros y no mires atrás.
Lucinda continua flotando y con la misma lentitud de los sueños, se aleja como se alejó de ella misma hace horas, o días, o meses, o años.
     Encuentra una larga cortina de seda azul colgada de no sabe qué para cubrir no sabe quien, de los que se puede oír, tras de ella, varios gritos de dolor ausentes de paz. A su margen hay dos hombres y una mujer jugando a cartas a los que se dirige y les pregunta por su interior.

      Esa respuesta llevaba rondándome toda la vida- contesta uno

      ¿Como pueden seguir jugando con esos gritos al lado?

      Estamos esperando nuestro turno.

      ¿Es aquí donde esta mi sitio?

      Lo siento mujer, las mismas dudas de las que te alimentas y eres, son la única respuesta que yo te puedo dar

      Lucinda atraviesa la cortina y aparece ante una bola colosal de metal enrejada. Tan grande como la capacidad de sorpresa de un niño de cinco años, al que no le ha tocado el jodido toque de la jodida desgracia.

      En su interior hay cientos de personas subidos individualmente sobre púlpitos sin gravedad, moviéndose de un lado a otro en el aire. Se extraña de que no choquen nunca entre ellos y que, a pesar de que los ve gesticular continuamente y de que no paran de mover la boca como si estuvieran hablando, desde donde esta ella, no oye absolutamente nada.

      Entra por uno de sus agujeros para que de pronto, escuche las voces de todos los residentes a la vez, en una incesante y molesta pajarraca que le resulta imposible comprender, y que no esta muy segura de si quiere llegar a ello.

      Se apoya en uno de los púlpitos flotantes para no golpearse la cabeza y acto seguido tiene al hombre que lo representa señalándola con el dedo acusadoramente.

      ¿! Está usted perdida!? ¡Todo el mundo lo está! ¡Los cerdos aprendieron a volar y dejaron su mierda como alimento del eterno Apocalipsis que devastará nuestro reino de miseria y cansancio! ¡Nos descubrimos como lo peor que habita la Tierra con nuestros desechos cerebrales y falta de fe!!Nuestras payasadas sin gracia por las que llegamos a morir!

      ¡¿Por qué no rezas mujer incauta?! ¡¿Acaso has perdido tú también la fe?!

      ¿A quien se supone que he de tener fe yo?

      La lacra no tiene fe alguna mujer ¿también tu caes en el goce de lo miserable y lo perdido? ¿De cuantas ratas necesitamos para olvidar llegar al divino que nos pertoca por la misma razón de ser? ¿Te han comido el cerebro las larvas?¿Tienes el alma en paro? ¡Escúchame! ¡No puedes darme la espalda!

      Todos sermonean o profetizan un final inminente. Lucinda se mueve con su agilidad acostumbrada esquivando como puede los restantes púlpitos y sus oradores. Está casi con un pie fuera cuando por sorpresa aparece ante ella, flotando también, una caja cerrada del tamaño de una típica de zapatos. Solo que esta, es de cobre oxidado y el polvo la recubre como si perteneciera a ella durante miles de siglos. Pasa su mano limpiándola levemente para descubrir que tiene una pequeña inscripción en un lado:

      "Esta es la palabra de Dios echa por el hombre".

      Abre la pesada tapa con el mismo cuidado y precisión que un cirujano principiante haciendo un trasplante de corazón tras una noche de resaca.

      Una pistola.

      No se extraña, la saca lentamente de la caja para que de golpe, todos los charlatanes se abalancen sobre ella como posesos.

      No se asusta, tan solo deja la pistola en el aire y se aleja unos metros. Hasta el apuntador va tras ella.

      El más cercano, o el más rápido en coger la pistola es un judío ortodoxo de larga barba blanca y unos ojos desorbitados. Se gira mirando a los demás y empieza a dispararlos indiscriminadamente. A pesar de los que caen por los balazos, los restantes siguen como Kamikazes intentando obtener la preciada arma para ellos.

      ¡Yo tengo la verdadera palabra! ¡Yo soy el profeta!

      La sangre flota a caudales alrededor.

      Sale.

      Desaparece la locura de sus gritos.

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